Puerta abierta a las melodías callejeras. Azul y goma de mascar. Chicle en el alma. Ojos pegados a la razón y sueños dormidos detrás del graffiti. Acá las calles caminan bajo los autos, nadie se mueve; las personas hacemos que avanzamos sobre circuitos de piedra artificial que giran sobre el mismo lugar. Adelante, atrás, subir y dejar abajo, entrar o salir de uno, de todos; es estar estando en estado de ser. Paneo, Zoom, cinta quemada por rebotes, pintura callejera en muros que únicamente separan al que pinta y al pasajero voyeur. Caminar más las calles para dejar de ver hacia afuera, y pintar más desde adentro.