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Mostrando entradas de agosto, 2016

Solo veneno de abeja

Solito, en el patio de la escuela. Está lloviendo, pero no se siente triste. Solo no está acompañado. Y ve la abeja, la molesta, le quitas sus alas. ¿Qué clase de karma estará pagando la abeja?. Algo malo habrá hecho en su otra vida... algo duele. Pisa a la abeja. La presión interna hace estallar su colorido y ovalado cuerpo y se escucha un micro terrorífico estruendo de sus mini vísceras escapando en una plasta de miel, polen, partes de aguijón y la física aplicada por milímetro cúbico que se transforma en una manchita, una manchita singular en el patio de la escuela. Que se lleva el agua. La cara se hincha. Pero el niño no llora por la abeja, ni llora porque está solo, llora por una señal eléctrica disparada desde su cerebro que le avisa del diminuto arpón que atravesó su epidermis para compartir su apitoxina en los tejidos, mismo que en otras cantidades le ayudaría a reducir el dolor por el reuma que tendrá en un futuro, pero que en este preciso instante, le provoca un efecto citotó