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Mostrando entradas de enero, 2008

Contagio.

Tengo las manos llenas de aceitunas. En los ojos la memoria no me falla: hace un minuto se fue el año con sus esperanzas y varias lágrimas. Hace frío aquí dentro. Los cortes quirúrgicamente correctos me deslindaron de manos, pies y brazos. Justo en el momento en que tenía aceitunas para comer. Y todo para terminar en un refrigerador, mutilado. Mi lengua se la comieron los ratones. Dicen que estaba contagiado yo de algo. De vida.

Amnesia o amanecia.

Amanecía con amnesia. La mesa afuera del balcón pleno de noche, alcohol y monólogos. Pocos cigarros no se fuma aquí. Alguien olvidó un celular. Dos vasos rotos. La música aún suena en la cabeza: "i want to hold your hand". Don Javier no se apareció todavía. No es un espíritu, pero lo sabe todo. Son las 6:12 de la mañana, tengo el resto del día para recordarlo todo, otra vez: ¿cómo hice para llegar a este elevador?

vamos abriendo letras

Acá sin tanto análisis de vuelta a escribir, el diario de lo cotidiano con lugares tan comunes como los ya visitados. La idea es poner a prueba toda mi capacidad par escribir y hacerlo tan mal como un camaleón, lento, y de pronto me comí la presa.