Tengo las manos llenas de aceitunas. En los ojos la memoria no me falla: hace un minuto se fue el año con sus esperanzas y varias lágrimas. Hace frío aquí dentro. Los cortes quirúrgicamente correctos me deslindaron de manos, pies y brazos. Justo en el momento en que tenía aceitunas para comer. Y todo para terminar en un refrigerador, mutilado. Mi lengua se la comieron los ratones. Dicen que estaba contagiado yo de algo. De vida.
¿Qué es una estrella sino una simple idea? Pocos podemos abrir una conversación con una pregunta que no va a ninguna parte, y que, sin embargo, está en todas partes. Imagino que grandes pensadores se han preguntado siempre lo mismo sobre todo lo que existe: ¿el porqué?. No sé si para qué, eso es también tan inútil como el qué, quién, cómo, o el cuándo; esas son preguntas para hacer historias, chismes, cuentos. El porqué es necesario y a la vez es irreal, es un puente extendido entre diversas ideas que disfrutan seguir entrelazadas sin que nadie las vea. El porqué es una estrella hecha de música y que emana luz. Tanto sonido se vuelve silencio y todo silencio encandila. La música no es una estrella, es un don para poder conversar escuchando. Conversar sin hablar, con el vaivén de sernos escuchados. Y de ahí venimos, somos y vamos. Entonces, ¿por qué la música?. Para conversar sería la respuesta a mi idea. Pero cada ser tiene una idea, que es única, que es válida y valiosa en ...
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