En calma, sobre el goteo del cielo. Llueve y todo es una paz que se extiende como una sábana antes de dormir; todo es contradictorio. Irreal. Pero está ahí, existiendo. Entre memorias de cal y arena, sabor a sal y una sensación cruzada de agua de mar y lluvia, este micro mundo viene inundado de frases parcas, ideas sin origen y lecciones sin fábula. ¿Cómo sobrevive?. Simple, es y eso es todo. Se conecta con la propia idea de respirar, ver, y actúa sin pensar. Hace las cosas, cómo las cosas se hacen: sin pensar, sólo son. Así es la humedad.
El niño pide alivio. La rodilla está expuesta, hay sangre en donde no debería y pedazos de calle en el cuerpo. Todo gira. Esta vez no pisó el freno y sencillamente voló de sus ojos la fugaz silueta de un pequeño persiguiendo el balón. Se fue. Acelera. Adelante, lo que hecho ha quedado varias calles atrás. Sigue. Fluye. No se detiene. El charco es rojo, parecido al aceite de un auto nuevo. Una vena rota, calle abierta y el auto fluye a través. Adiós niño, al diablo el conductor.
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